Continuamos dejándonos ver por el territorio nacional, esta
vez fue el turno de Michi, participando y “sufriendo" en el Rock and Roll Maratón
Madrid.
Esta es su crónica:
“Me gustaría comenzar esta crónica diciendo que disfruté la
maratón pero no es así. Tras ver el lado bueno en las dos últimas en San
Sebastián y Sevilla esta vez tocó la de arena. Llegué bien entrenado y con
ganas de pasarlo bien sobre todo, aunque con el pequeño lastre de un virus
estomacal que me afectó el lunes y martes anterior, que creí que el jueves ya
podría haber desaparecido pero puede que no fuera así.
En la línea de salida estaba muy tranquilo, la mañana estaba
nublada y con buena temperatura, todavía no amenazaba lluvia y con lo bien
que llegaba la cosa pintaba bien.
Mi cajón de salida es el 3, pero me confundo y entro en el
2. Dan el disparo y me agobio un poco por la cantidad de gente que hay que impide
que se pueda correr. Ya nada más salir se hace un embudo y nos apretamos
bastante. El primer km me sale casi a 6 minutos, “que más da” pienso, pero aun
así me empiezo a agobiar poco a poco por haber tanta gente, no se puede coger
ritmo y vas frenándote cada poco para no chocar.
Sobre el km 3 me pasa como un avión la liebre de 1:50 de la
media maratón, miro mi reloj y veo que estoy ya corriendo un poco por debajo de
5’ el km y
me extraña. Un poco después lo mismo con la liebre de 3:30 de la maratón, me
pasa como un tiro y se va. Me digo que será porque van según el tiempo bruto de
carrera y sigo a lo mío, pensando que ya la pillaré… pero no la volví a ver más.
Paso el km 5 ya acercándome al tiempo de 5’ por km y el 10 más aún, me siento cómodo de
piernas y reteniendo. Voy con confianza y con ganas de llegar al km 14 para separarnos de los corredores de la
media maratón. Una vez pasado ese km ya me relajo bastante, seguimos yendo en
pelotón pero se puede correr mejor y ya estamos solo “los maratonianos”. Sigo
bien y cada vez con mejores sensaciones.
Llegamos a Sol cerca del km 19, me habían dicho que esa
parte era emocionante, y así es, mucha gente animando que hace que se estreche
el paso, me recuerda la etapas de montaña del Tour, ahí es difícil no
emocionarse y por primera vez empiezo a disfrutar. Me animo pensando que estoy
corriendo con mucha cabeza y que voy a llegar bien a la temida parte final.
Enseguida paso la media maratón, en 1:44, con la sensación
de ir reteniendo y cada vez más suelto. Todavía no he comido nada, lo llevo en
mi muñequera pero decido esperar un poco, hasta el momento he bebido Powerade
en todos los avituallamientos para ir reponiendo sales.
Llego al km 26 y en el avituallamiento en vez de vaso pillo
botella de Powerade para ir bebiendo. Es este paso bebo más que en los
anteriores, empieza ya a pedirlo el cuerpo. Y de repente, sin aviso, apenas dos
kms después todo se va al traste y empiezan los problemas. Noto el estómago
raro y comienzo a eructar bastante. Ya es el momento de comer pero no me atrevo.
Mantengo ritmo confiando en que no sea nada y vaya pasando pero no tengo esa
suerte. Poco después me pasa algo que jamás sufrí en carrera y que espero no
repetir nunca, viéndome forzado a tener que devolver (poco por suerte), afortunadamente
aun dentro de la Casa de Campo. En ese momento ya llovía, aunque no demasiado
fuerte todavía. Todas las buenas sensaciones desaparecieron de golpe, volví a
arrancar poco a poco pero la chispa ya no estaba. En el km 30 nuevo
avituallamiento y salimos de la
Casa de Campo, en ese momento recuerdo las palabras de Caro (gran
maratoniano y amigo) diciéndome días antes que él ahí siempre camina, mientras
veo la cuesta justo a continuación del avituallamiento. Cojo agua y paro para
caminar y beber bien, y ahí se me viene el mundo encima. Ya llueve fuerte y me
noto sin fuerzas, con el estómago aun revuelto, y lo peor de todo con 12 km hasta meta, los más
duros probablemente picando para arriba. Pienso en abandonar, pero ¿y luego
que?, tengo el hotel en meta y me espera Pili sobre el km 38, no conozco la
zona y si abandono no sé llegar atajando. Así que continúo en carrera en lo que
de ahí al final ya va a ser una agonía de trotar y caminar. Cuando llego al km
38 coincide de casualidad que estoy corriendo cuando paso donde está Pili. Iba
tan mal que me daba lo mismo no acabar la carrera y pensaba dejarlo al
encontrarla pero la emoción de verla me hace seguir. Del km 39 a meta ya nos cae el
diluvio. Es una agonía interminable, voy a siete y pico el km avanzando como
puedo y no doy para más. Entro por fin en el Retiro pero no hay ninguna emoción
como en maratones anteriores, sólo quiero que acabe la agonía. Entro finalmente
en meta bajo un chaparrón de agua y miro el reloj que marca 3:46:03. No hay
brazos al aire, ni alegría ni subidón de otras veces. Me encuentro fatal, estoy
agotado, revuelto, empapado y con frío. Así que sin pensarlo caminando como
puedo medio acalambrado al hotel a disfrutar de una larga ducha caliente.
El puesto final fue 4023 de 12043, mirando los pasos por los
parciales, se ve bien la debacle, ya que desde el km 30 a meta me pasaron mil corredores
prácticamente.
Pasados unos días y ya viéndolo con perspectiva estoy muy contento por haber
podido acabar. Se sufrió mucho pero no pudo conmigo!. Y estoy convencido de que la
próxima saldrá mucho mejor seguro :)
Y no se puede acabar la crónica sin agradecer de corazón a
mi compañero y sobre todo amigo Valentín, por su apoyo incondicional, preparación,
consejos y sobre todo por estar siempre ahí. Espero tenerlo a mi lado en la
siguiente :) ”
Un saludo a todos/as
Galgalugones